Más allá de la violencia y el acoso

Las universitarias transforman su entorno

3 de abril, 2019

 

En un contexto complejo, hay estudiantes que se han sobrepuesto a casos de acoso y abuso sexual para cambiar su realidad.

Por Tatiana Rojas (Colombia)

 

Colombia atravesó más de 56 años de guerra. Tras la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno y las FARC-EP en el 2016, en la agenda social empezaron a cobrar mayor relevancia otros temas. Uno de ellos es el de la violencia de género hacia las mujeres.

¿Cuál es el contexto que viven las mujeres en este país? Por un lado, según la Carga de Violencia Armada 2015 citado por la ONU y la CEPAL, Colombia ocupa el puesto 10 en el mundo con una tasa de 5 feminicidios registrados por cada 100 mil mujeres.

Por otro, a pesar de que el acoso sexual fue tipificado como delito desde 2008, lo cierto es que el 98% de denuncias de acoso sexual quedan en la impunidad, según datos de la Fiscalía General de la Nación.

Por ello, como parte de #PasóEnLaU, hicimos un acercamiento especial al caso colombiano a través de esta entrega.

En Colombia analizamos 6 universidades públicas y privadas: la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de Los Andes, la Universidad de Antioquía, Pontificia Universidad Javeriana, la Universidad del Rosario y Corporación Universitaria Minuto de Dios [ver metodología de selección].

De las 6 universidades revisadas sólo la Universidad de Antioquía no cuenta con un protocolo contra el abuso y la violencia sexual, y Uniminuto no lo tiene público.

Para esta investigación transnacional que abarca en su totalidad a 100 universidades de 16 países de América Latina, buscamos también testimonios para saber cómo se vive la situación al interior de las universidades. En Colombia encontramos esto.

 

Los casos de Juanita y Laura

Juanita Díaz, artista visual de la Pontificia Universidad Javeriana, en Bogotá, una institución privada fundada en 1623 y regentada por la Compañía de Jesús, narró a Distintas Latitudes que fue víctima de abuso sexual dentro de la institución por parte de uno de sus compañeros.

Todo ocurrió en mayo de 2011. Juanita se encontraba en los salones de fotografía análoga en los sótanos de la universidad, esperando a que se secaran sus fotos para su entrega final.

“Él abrió la puerta y cerró con llave. Todo pasaba en cámara lenta y el miedo me paralizó, se me acercó y me dijo: no te va a pasar nada.  Me arrancó la blusa, entré en shock y empezó a manosearme como un psicópata. Yo estaba muy asustada y solo le decía: ¡No más! ¡No más!”.

Juanita no le contó a absolutamente a nadie lo sucedido. Fue en 2012, un año después, cuando volvió a ver a este hombre en una de sus clases y tuvo conciencia de lo que le había pasado.  

No lo dudó y decidió denunciar antes las directivas de la universidad en compañía de su abogado. En esos momentos, se habló de su situación y se reabrió el caso de dos chicas que habían sido previamente abusas por el mismo sujeto, ellas sí habían denunciado, estos casos también ocurrieron en 2011.

Juanita tenía conocimiento de otros dos casos. En total cinco casos con el mismo modus operandi por parte del victimario. Ante lo sucedido, la Universidad abrió proceso disciplinario al estudiante que fue expulsado en diciembre de 2012. Con el apoyo de su familia, Juanita decidió llevar el caso a términos penales, actualmente continúa abierto.

El arte se convirtió en el escape de Juanita. Ella pintaba mucho, hacía esculturas, componía en piano y poco a poco se fue convenciendo que iba a sanar y transformar lo vivido. De esa determinación nació I de Insistencia Despegamos de la Violencia Sexual, su proyecto de grado y que posteriormente se convirtió en su empresa.

I de Insistencia Despegamos de la Violencia Sexual es un colectivo en oposición a la violencia sexual. Se dedica al acompañamiento a través del arte para víctimas tanto  mujeres como hombres. Asimismo, cuentan con un sistema que es el de la prevención.

Su meta este año es apoyar a los grupos más vulnerables víctimas del conflicto armado y mujeres que hayan sido víctimas de violencia sexual. Los acompañamientos que hacen son grupales e individuales, pero las sesiones no son ningún tipo de terapia o un sustituido a un tratamiento psicológico, psiquiátrico o clínico, estas sesiones son basadas en artes visuales y en la experiencia de Juanita.

Finalmente, trabajan en implementar el sistema “Insiste” de la mano con el profesor Luis Miguel Bermúdez, profesor que redujo los embarazos en adolescentes en el colegio Gerardo Paredes en Suba, Bogotá y fue premiado por la Fundación Compartir como Gran Maestro en 2017. Un sistema que se espera sea implementando de aquí al 2020 en colegios y a nivel nacional, con el objetivo de: “los niños y los jóvenes aprendan desde pequeños a respetar, a amar, a identificar formas de violencia y que puedan ser seres humanos que reduzcan estas dinámicas en su sociedad”, afirma Díaz.

Juanita compuso en el 2014 durante su trabajo de grado una canción que se llama Despegas”, la cual habla de despegar la violencia sexual y la forma de ser positiva, transmitiendo el empoderamiento: la sororidad. Esta canción la cantó durante seis meses todos los jueves en el lugar donde quedaban los laboratorios de fotografía. Ese lugar donde vivió aquello que nunca olvidará.

Las acciones de Juanita no ha sido en vano, empezaron a dar frutos en los pasillos de la institución. Unió fuerzas junto a sus compañeras de distintas carreras y formaron el colectivo de género Polifonía en el 2015. Para esos momentos, no existía ningún protocolo de prevención dentro de la universidad.

Escucha la historia de Juanita

***

Laura Martínez Marín es psicóloga psicosocial egresada de la Universidad Javeriana y actualmente estudiante de derecho en la misma institución. En el año 2016, cuando cursaba el cuarto semestre de su segunda carrera, fue víctima de acoso por parte de un profesor de la universidad.

“Él era un abusador pasivo y lo más triste de la situación fue que de alguna manera yo tenía los conocimientos, perfiles y demás, pero caí en el juego. Aunque también gracias a esos mismos conocimientos pude escapar de la situación de abuso. Básicamente, él tenía un patrón con las estudiantes que acosaba: accedías a estar con él en su oficina porque te ofrecía algo. Claro, es muy normal, hay varios profesores que si lo invitan a uno a revisar tal documento, a escribir un artículo en su oficina y yo lo había hecho con varios profesores y nunca había pasado nada. Yo lo vi normal y accedí a ir a su oficina, pero él intentó tomarme por la fuerza y logré escapar. Yo decidí quedarme un año callada porque trabaja en una entidad pública y era muy difícil decir que yo trabaja en prevención de violencia sexual y que había sido una víctima. Lastimosamente, mediáticamente eso puede ser interpretado de veinte mil formas negativas, me asusté mucho y me quede callada”, cuenta durante una conversación con Distintas Latitudes vía WhatsApp.

Sin embargo, Laura recuerda por qué no quiso seguir en silencio y decidió denunciar: “Mientras yo seguía estudiando en la universidad, en la cafetería comencé a escuchar a varias chicas que contaban que a sus amigas les había pasado lo mismo. Yo empecé a contactar a chicas, pero nunca nadie apareció, les daba miedo. Sus amigas me decían: no, ella ya contó al decano y nadie hizo nada. Así que yo lo que hice para reventar la bomba y porque tenía ira, fue que puse un post en la página ‘Nuevos clasificados Javeriana’  publiqué y mi WhatsApp reventó”.

Según cuenta Laura, cuatro egresadas y al menos siete estudiantes, todas de la misma Facultad de Derecho, pasaron por la misma situación con el mismo profesor.

Desde que Laura se graduó de Psicología se dedicó plenamente a trabajar en el tema de violencia sexual y suicidio en menores de edad. En 2017, tras su denuncia, el profesor renunció y ella entró como voluntaria a hacer parte la mesa de trabajo de la Facultad de Derecho de la Javeriana. Una mesa que se creó a partir de esta situación porque antes no existía.

Actualmente Laura está diseñando la estrategia para prevención de violencia y discriminación dentro del espacio académico.

“Del protocolo actual me parece muy interesante que no va solamente dirigido a profesores de planta y estudiantes, sino a todas las personas que actualmente estén vinculadas por cualquier tipo con la universidad o que por cualquier motivo estén circulando en la uni, ya que es un espacio público. Sin embargo, no funciona como debería porque la gente no lo conoce. A penas se expidió el año pasado [2018], lo enviaron al correo electrónico y muchos estudiantes ni lo vieron. Debería estar funcionando si se hace un ejercicio sistemático de comunicación asertiva y pedagogía del mismo”, dice.

Mujeres como Juanita y Laura no descansan, dan la batalla pese a lo que les sucedió y están transformando su entorno.

La Pontificia Universidad Javeriana, institución privada, creó y dio a conocer su protocolo de atención en julio de 2018.

El caso de Juanita y Laura ocurrieron en 2011 y 2016.

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